Su madre, usted, mi madre y yo estamos pagando la ineficiente y costosa producción de Ecopetrol, tanto en la explotación como en la refinación.
Cuando llenamos nuestros tanques en una estación de gasolina y pagamos $8.723 por cada galón de corriente, es como si estuviéramos comprando bananos a precio de Islandia o tomándonos un tinto con café sembrado en Tokio, no hay ninguna diferencia.
A nuestro gobierno le resulta muy normal cobrarnos la gasolina a precio internacional, a sabiendas de que se trata de un producto local, que se extrae y se refina dentro del país a un costo muchísimo más bajo de lo que implicaría importarlo.
La realidad es que en Colombia el combustible se convirtió desde hace mucho tiempo en una mina de oro para el gobierno y para Ecopetrol, no solo por los millones de barriles que se exportan cada año, sino por las exageradas utilidades e impuestos que nos cobran en cada gota que compramos.
¿Calladitos todos los accionistas de Ecopetrol? ¿Qué piensa usted de esto?