La de la mata de pelo lisa y amarilla bella como cabuya
(“La Mirla de Llanadas”) que canta soltando
con sabiduría el dulce chorrito de su voz
la de la simpática sonrisa fruncida por su diente quebrado
la coqueta con los párpados pintados de azul
la cari-inocente deliciosa con los bracitos dorados
felpudos puestos sobre el pupitre
la tímida la delgada la ojilimpia la seria
la gordita inteligente y brincona
la tetoncita sumisa
la morenita de gafas precoces
que pone en aprietos con sus preguntas
la remolona cari-redonda cínica hipnótica
la rebelde hipócrita de cara perfilada
y hermosa dentadura las que encantan:
Alba Lía, Ofelia, Bertha Matilde,
Blanca Rosa, Martha Jael, Eunisse,
Martha Ligia, Lilia Londoño, Hiddalid, Solángel,
todas en mi corazón de profesor novato
atemorizado en las primeras clases
Martha Cecilia, Silvia, Yolanda,
Lilia Márquez, Lilia Novoa, Amparo Jiménez,
Amparo Madrid, Teresa, Rosalía
muchachas del grupito sentadas en las filas de pupitres
tapándose las rodillas con la bata a cuadritos blancos y cafés
abstraídas con la punta del lápiz en la boca
y los ojos en el techo
preocupadas pensativas – festivas sin embargo –
diligentes perezosas agudas estúpidas
tiernas como conejas y coquetas
miedosas en las lecciones diarias
muchísimo más en los exámenes
el cuaderno gris de calificaciones
con los cuadros minúsculos
3 2,5 5 4:
los esfuerzos por memorizar aplicaciones prácticas
fórmulas monótonas leyes cansonas
propiedades que se les confunden
todas las mañanas con el pelo mojado
colgando apretado sobre las nucas
las ñatas zapatillas ridículas bien lustradas
y los calcetines blancos
el “Buenos días profe” salido tibio de los pechos
y después las cabezas inclinadas
garrapateando todas
en cuadernos de rayado azul.