Director sede Nororiente de PARCOMUN
Recientemente la prensa local de la ciudad de Cúcuta ha hecho referencia a la construcción de puentes viales en la ciudad –eufemísticamente llamados “megaproyectos”- y su defectuosa planeación y diseño, a propósito de una (válida pero tardía) auditoría de seguridad efectuada por el Fondo de Prevención Vial.
La nota de prensa (Publicada en el periódico “La Opinión” el 3 de septiembre de 2008) es contundente cuando afirma “La prioridad sobre la vía tiene que ser la vida”…. “quedó evidenciado que la prioridad a la hora de la planeación y ejecución de las obras fue dar solución a los conflictos vehiculares y el peatón quedó relegado a un segundo plano”. Esta es una realidad de a puño que deben experimentar en carne propia por ejemplo, los peatones que deben cruzar arriesgando su vida bajo el nuevo puente vehicular de San Mateo, para cuya construcción entre otras cosas fue derribado un puente peatonal que conectaba dos conocidos centros comerciales existentes en el sector.
Este es apenas un ejemplo para llamar a la reflexión acerca del desarrollo y sus implicaciones. La construcción de obras de infraestructura es necesaria para potenciar las posibilidades dentro de un territorio. Ello es innegable. No obstante, cuando estas obras no tienen un criterio equitativo, dando prioridad a la población más vulnerable (que entre otras cosas es siempre mayoría), se convierten en monumentos a la inequidad social y al ensanchamiento de las brechas que son causa de conflictos sociales.
Es saludable que en Cúcuta existan puentes viales que agilicen el tránsito vehicular, pero es absolutamente irresponsable que dichos puentes no incluyan opciones para quienes transitan a pié; es gratificante la construcción de un estadio para más de 35 mil espectadores, pero no se compadece con una visión de desarrollo si no existen canchas adecuadas en los barrios de la ciudad para la práctica del deporte; es positivo que existan centros comerciales; aunque habría que preguntarse cuáles son las posibilidades reales de sectores mayoritarios de la ciudad para acceder a ellos.
La inclusión tiene que ser un principio fundamental para la planeación, diseño y ejecución de obras de infraestructura de carácter público. Un buen ejemplo de ello es uno de los tantos casos que pueden verse en ciudades como Medellín: Cuando se viaja en Metrocable –un sistema de transporte masivo incluyente, teniendo en cuenta que beneficia a sectores populares- y se llega a la estación más alta, en un barrio muy populoso de la capital de la montaña, es posible encontrar una construcción inmensa que sobresale por sus dimensiones: Es una biblioteca construida con el apoyo del gobierno de España, con todas las características de las mejores locaciones de su género en el continente. Allí niños, niñas y jóvenes de estratos 1 y 2 acuden para complementar su formación y acceder al conocimiento. Ese es el tipo de desarrollo incluyente al cual nos referimos.
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